Fíjate atentamente en los pequeños detalles y lo conseguirás.
Acnécodta
de Luis Pescetti del libro Natacha
– Mamá, ¿cómo se dice: acnédota o anédota?
– Se dice anécdota Nati.
– Acnécdota.
– No: acné… ya me hiciste equivocar.
– Je…
– Anécdota…
– ¿Acnéndota?
– Sin la n Nati…
– ¿Acécdota?
– No, sin la otra n, antes le habías puesto una n de más.
– ¿Dónde?
– Por el medio, no me acuerdo.
– Bueno, ¿cómo se dice entonces?
– (silencio que mira el techo) Anécdota…
– An..éc…dota.
– Sí, muy bien.
– Acnécdota, no, así no… an.. no: acnécodta.
– ¿¿Qué??
– Acnécodta…
– ¿A ver? Decilo otra vez.
– Acnécodta, acnécodta, acnécodta…
– ¿Cómo hacés para decir eso? Es más difícil que anécdota.
– No mami, así es más fácil, mirá: ¡acnécodta!
– No Natacha, decilo bien.
– Yo lo digo así mami y listo.
– No es y listo Nati, mirá si cada uno hablara como se le antojara.
– Pero yo no hablo como se le antojara, yo nada más voy a decir así: acnécodta, porque me sale más fácil.
– Además no es más fácil.
– Para mí sí…
– Bueno, para vos sí, pero igual tenés que aprender a decirlo bien.
– Mirá les escribo a donde inventaron hablar. ¿Dónde inventaron hablar mami?
– No inventaron en un lugar solo Nati.
– ¿Inventaron en varios lugares al mismo tiempo?
– No sé si al mismo tiempo, pero en distintas partes la gente empezó a entenderse con ruiditos que hacía con la boca.
– Alguno habrá empezado primero.
– No sé Nati, pero como vivían muy lejos unos del otro se fueron entendiendo con ruiditos distintos.
– ¿Y por qué no se pusieron de acuerdo y así entonces hablaríamos todos igual porque yo a veces a Pati ni la entiendo?
– Natacha, pero Pati habla el mismo idioma.
– Pero yo a veces no la entiendo, porque habla más rápido y con la boca cerrada.
– Porque es su manera de hablar, pero habla el mismo idioma.
– Igual. ¿Y por qué no se pusieron de acuerdo?
– Porque cada uno estaba acostumbrado a como hablaba, pero hubo algunos que se juntaron con otros y se dieron cuenta que cuando estos decían: gra gra, era lo mismo que cuando ellos decían: fru fru.
– ¿Qué quiere decir eso?
– Es un ejemplo Nati, no quiere decir nada y entonces en cada tribu o en cada pueblo siguieron hablando el mismo idioma pero tenían a algunos de éstos que hablaban el suyo y el de los otros y que servían para que se entendieran… pero escuchame Nati. ¿Por qué me estás preguntando todo esto?
– Es por una tarea de la escuela mami, había que escribir una poesía y decirla mañana.
– ¿Y vos escribiste una?
– Sí
– ¿A ver? Decímela.
– Ahí te va mami. ¡Pero no te rías, eh!
El viento sopla los barcos
como si fuera un cumpleaños
de un chico porque le gusta hacer acnécodta.
– ¡Esta preciosa Nati! ¿Te puedo preguntar una cosa? ¿Qué quiere decir anécdota para vos?
– ¡Y qué va a querer decir mamá! ¡Es así como una cosa, como una travesura o que se portó bien y le dieron un premio pero porque es así simpático!
– No Natacha es otra cosa. ¿No querés que busquemos en el diccionario?
– ¡Mami no seas envidiosa! ¡Porque lo que pasa es que vos no escribiste un poema y yo sí y me decís así que me corregís porque yo sí escribí uno y vos no!
– ¿¡Qué no?! ¡Pobre de vos! Ahí te va uno:
Sos tan alto que tu cabeza
choca la luna de plata
y desde abajito yo siento
que no te lavás las patas.
– ¡Está buenísimo!
– Se lo hice a tu papi cuando éramos novios.
– Se lo voy a decir a la maestra.
– ¡No Nati! Decile el tuyo que está mejor, ¿sí? Nada más que aprendé a decir anécdota.
– No, mirá: le escribís una carta a los de la tribu que decías antes y les ponés que yo digo acnécodta y que quiere decir travieso y listo, ¿no? Así ellos también aprenden mi idioma, pobres, sino un día va a venir uno de los de la tribu y me va a querer decir algo y ni va a saber, pobre, ¿no?
– Sí, pobre.
Extraído de https://www.luispescetti.com/acnecodta/
de Luis Pescetti del libro Natacha
– Mamá, ¿cómo se dice: acnédota o anédota?
– Se dice anécdota Nati.
– Acnécdota.
– No: acné… ya me hiciste equivocar.
– Je…
– Anécdota…
– ¿Acnéndota?
– Sin la n Nati…
– ¿Acécdota?
– No, sin la otra n, antes le habías puesto una n de más.
– ¿Dónde?
– Por el medio, no me acuerdo.
– Bueno, ¿cómo se dice entonces?
– (silencio que mira el techo) Anécdota…
– An..éc…dota.
– Sí, muy bien.
– Acnécdota, no, así no… an.. no: acnécodta.
– ¿¿Qué??
– Acnécodta…
– ¿A ver? Decilo otra vez.
– Acnécodta, acnécodta, acnécodta…
– ¿Cómo hacés para decir eso? Es más difícil que anécdota.
– No mami, así es más fácil, mirá: ¡acnécodta!
– No Natacha, decilo bien.
– Yo lo digo así mami y listo.
– No es y listo Nati, mirá si cada uno hablara como se le antojara.
– Pero yo no hablo como se le antojara, yo nada más voy a decir así: acnécodta, porque me sale más fácil.
– Además no es más fácil.
– Para mí sí…
– Bueno, para vos sí, pero igual tenés que aprender a decirlo bien.
– Mirá les escribo a donde inventaron hablar. ¿Dónde inventaron hablar mami?
– No inventaron en un lugar solo Nati.
– ¿Inventaron en varios lugares al mismo tiempo?
– No sé si al mismo tiempo, pero en distintas partes la gente empezó a entenderse con ruiditos que hacía con la boca.
– Alguno habrá empezado primero.
– No sé Nati, pero como vivían muy lejos unos del otro se fueron entendiendo con ruiditos distintos.
– ¿Y por qué no se pusieron de acuerdo y así entonces hablaríamos todos igual porque yo a veces a Pati ni la entiendo?
– Natacha, pero Pati habla el mismo idioma.
– Pero yo a veces no la entiendo, porque habla más rápido y con la boca cerrada.
– Porque es su manera de hablar, pero habla el mismo idioma.
– Igual. ¿Y por qué no se pusieron de acuerdo?
– Porque cada uno estaba acostumbrado a como hablaba, pero hubo algunos que se juntaron con otros y se dieron cuenta que cuando estos decían: gra gra, era lo mismo que cuando ellos decían: fru fru.
– ¿Qué quiere decir eso?
– Es un ejemplo Nati, no quiere decir nada y entonces en cada tribu o en cada pueblo siguieron hablando el mismo idioma pero tenían a algunos de éstos que hablaban el suyo y el de los otros y que servían para que se entendieran… pero escuchame Nati. ¿Por qué me estás preguntando todo esto?
– Es por una tarea de la escuela mami, había que escribir una poesía y decirla mañana.
– ¿Y vos escribiste una?
– Sí
– ¿A ver? Decímela.
– Ahí te va mami. ¡Pero no te rías, eh!
El viento sopla los barcos
como si fuera un cumpleaños
de un chico porque le gusta hacer acnécodta.
– ¡Esta preciosa Nati! ¿Te puedo preguntar una cosa? ¿Qué quiere decir anécdota para vos?
– ¡Y qué va a querer decir mamá! ¡Es así como una cosa, como una travesura o que se portó bien y le dieron un premio pero porque es así simpático!
– No Natacha es otra cosa. ¿No querés que busquemos en el diccionario?
– ¡Mami no seas envidiosa! ¡Porque lo que pasa es que vos no escribiste un poema y yo sí y me decís así que me corregís porque yo sí escribí uno y vos no!
– ¿¡Qué no?! ¡Pobre de vos! Ahí te va uno:
Sos tan alto que tu cabeza
choca la luna de plata
y desde abajito yo siento
que no te lavás las patas.
– ¡Está buenísimo!
– Se lo hice a tu papi cuando éramos novios.
– Se lo voy a decir a la maestra.
– ¡No Nati! Decile el tuyo que está mejor, ¿sí? Nada más que aprendé a decir anécdota.
– No, mirá: le escribís una carta a los de la tribu que decías antes y les ponés que yo digo acnécodta y que quiere decir travieso y listo, ¿no? Así ellos también aprenden mi idioma, pobres, sino un día va a venir uno de los de la tribu y me va a querer decir algo y ni va a saber, pobre, ¿no?
– Sí, pobre.
Extraído de https://www.luispescetti.com/acnecodta/
Abrapalabra
de Silvia Schujer
Planté una birome
creció una palabra
floreció la tarde
¡Abracadabra!
La regué con agua
de mi regadera
desbordaba tinta
como enredadera.
Fue un día de otoño
que se deshojó
un abracadabra
de este corazón.
Y empecé de nuevo
con la lapicera
a escarbar la tierra
de mi primavera.
Extraído de https://bibliopoesias.blogspot.com/2016/04/a-la-rumba-luna-silvia-schujer.html
de Silvia Schujer
Planté una birome
creció una palabra
floreció la tarde
¡Abracadabra!
La regué con agua
de mi regadera
desbordaba tinta
como enredadera.
Fue un día de otoño
que se deshojó
un abracadabra
de este corazón.
Y empecé de nuevo
con la lapicera
a escarbar la tierra
de mi primavera.
Extraído de https://bibliopoesias.blogspot.com/2016/04/a-la-rumba-luna-silvia-schujer.html
Imagen con la casa
1. Las casas con el número cero no existen.
2. El viento sopla en diferentes direcciones: el humo de la chimenea va en una dirección y los árboles se doblan hacia otra.
3. No está clara qué época del año se muestra en la imagen: algunos árboles presentan hojas, mientras que otros ya no.
4. El caballo tiene puesta una silla de montar, pero carece de yugo.
5. El caballo ara en la dirección opuesta (es decir, va a donde ya ha sido arado).
6. El caballo ara solo (no vemos ningún arador que sostenga el arado).
7. La casa tiene una escalera (umbral), pero sin puerta.
8. Las cortinas en la ventana cuelgan por fuera.
9. El pino tiene una rama de pino con hojas de otro tipo de árbol.
10. La sombra de la persona cae en una dirección y la del perro, en otra.
11. La sombra de la casa no tiene tejado ni chimenea.
12. La puerta de la valla tiene 5 tablas verticales, pero solo cuatro de ellas proyectan una sombra.
13. Un carrito con heno en el fondo es significativamente más alto que la altura de una persona.
14. Las estrellas son visibles casi al mediodía.
15. Una de las ovejas no tiene pata.
16. Las hojas del abedul no son de abedul, sino más bien de un enebro.
1. Las casas con el número cero no existen.
2. El viento sopla en diferentes direcciones: el humo de la chimenea va en una dirección y los árboles se doblan hacia otra.
3. No está clara qué época del año se muestra en la imagen: algunos árboles presentan hojas, mientras que otros ya no.
4. El caballo tiene puesta una silla de montar, pero carece de yugo.
5. El caballo ara en la dirección opuesta (es decir, va a donde ya ha sido arado).
6. El caballo ara solo (no vemos ningún arador que sostenga el arado).
7. La casa tiene una escalera (umbral), pero sin puerta.
8. Las cortinas en la ventana cuelgan por fuera.
9. El pino tiene una rama de pino con hojas de otro tipo de árbol.
10. La sombra de la persona cae en una dirección y la del perro, en otra.
11. La sombra de la casa no tiene tejado ni chimenea.
12. La puerta de la valla tiene 5 tablas verticales, pero solo cuatro de ellas proyectan una sombra.
13. Un carrito con heno en el fondo es significativamente más alto que la altura de una persona.
14. Las estrellas son visibles casi al mediodía.
15. Una de las ovejas no tiene pata.
16. Las hojas del abedul no son de abedul, sino más bien de un enebro.
Soluciones ¿A dónde va el tren?
1. La nieve no se ha derretido todavía, se encuentra en la ladera norte. Por lo tanto, el tren se mueve de oeste a este.
2. La época del año, primavera: la nieve se está derritiendo.
3. Una chica sostiene un bastón en sus manos, y junto a ella, observamos a un perro, lo más probable, viendo además sus vestimentas, es que sea pastora.
1. La nieve no se ha derretido todavía, se encuentra en la ladera norte. Por lo tanto, el tren se mueve de oeste a este.
2. La época del año, primavera: la nieve se está derritiendo.
3. Una chica sostiene un bastón en sus manos, y junto a ella, observamos a un perro, lo más probable, viendo además sus vestimentas, es que sea pastora.
¿A dónde va el tren?
En la imagen, ves a una parte del ferrocarril Este-Oeste (hemisferio norte). Aquí, la dirección de la vía coincide con la dirección de la flecha que se muestra arriba: los extremos de la flecha apuntan hacia el oeste y el este. Mirando la imagen, responde:
1. ¿Adónde va el tren: al oeste o al este?
2. ¿Qué época del año es atendiendo a la imagen?
3. ¿Cuál es la profesión de la chica que aparece en ella?
En la imagen, ves a una parte del ferrocarril Este-Oeste (hemisferio norte). Aquí, la dirección de la vía coincide con la dirección de la flecha que se muestra arriba: los extremos de la flecha apuntan hacia el oeste y el este. Mirando la imagen, responde:
1. ¿Adónde va el tren: al oeste o al este?
2. ¿Qué época del año es atendiendo a la imagen?
3. ¿Cuál es la profesión de la chica que aparece en ella?
La voz de adentro
de Luis Pescetti del libro Natacha
– Mami ¿La voz que tenés adentro de la cabeza se parece a la voz que tenés afuera?la-voz-de-adentro
– … (ay) ¿Cómo?
– Sí, mirá, ¿viste la vocecita de adentro de la cabeza de cuando pensás?
– … sém.
– ¿Es igual o es distinta a la voz que tenés cuando hablás?
– Mm… creo que es igual, no sé, nunca lo había pensado… sí, me parece que es igual ¿Por?
– Porque la que yo tengo a veces se parece a la de Pati, a veces a la tuya y a veces a la mía…
– Es que…
– … pero no se parece tanto a la mía, porque yo grito y hablo rápido y la de adentro habla siempre así, suavecito, y no se apura nunca, siempre igual.
– Pero, Nati, no es que tu voz de adentro sea como la de Pati, es que a veces te acordás de la voz de Pati y es como si la oyeras adentro de tu cabeza.
– Pero es que la oigo diciendo cosas que nunca me dijo Pati.
– Entonces será que te imaginás cosas que Pati podría decir, con su voz, igualita y todo.
– … (mmm).
– …
– Yo una vez me imaginé algo que me decía Pati, pero me salía con la voz de la abuela.
– ¿De veras? Y yo una vez soñé con una zapatilla que me hablaba con la voz de la tía.
– ¡Buenísimo, mami! y yo una vez escuché la voz del tío pero no tenía nadie adentro, era nada más la voz…
– ¡Qué bárbaro, Nati! Y yo una vez escuché una voz que no hablaba ni hacia ningún ruido.
– ¡¿Y cómo sabías que era una voz si no hacía ruido, mami?!
– Porque la miré a los ojos.
– ¿Era una voz o una persona?
– Una voz.
– ¡Las voces no tienen ojos!
– Bueno, yo no le vi los ojos, pero más o menos calculé por dónde tenía la panza.
– ¡¿Le viste la panza?!
– No, la panza, panza, no, escuché el ruido que hacía la panza.
– ¿La panza también hacía un ruido mami?
– Dos ruidos hacía, Nati
– ¿¿¿¿Cómo dos ruidos?????
– Y sí, dos ruidos Nati, pero no se oían.
– ¿Y cómo los oíste si no se podían oír? … ¡Mami, me estás mintiendo!
– Nataaaachaaa ¿Cómo pensás que te voy a mentir? Te estoy contando una cosa.
– ¿¡Y qué te decía la voz, mami!?
– Me hablaba así, Nati, muy bajito, muy muy muy bajito…
– ¿Y qué te decía?
– (susurrando) No hables fuerte, Nati, porque no quiero que la voz me oiga.
– (susurrando) ¿Y qué te decía, mami?
– (susurrando) Natacha se tiene que ir a bañar…
– ¡Mami! ¡Ufa! ¡Era una broma!
– ¡No, Nati! ¡Te lo juro! (susurrando) me decía así, Natacha se tiene que bañar porque está muy sucia…
– ¡No, mami! ¡En serio! ¡Mirá que si mentís te va a crecer la nariz!
– (susurrando) Y mi voz me decía, ¡Uy! ojalá no nos crezca la nariz porque Natacha todavía no se bañó y huele horrible.
– ¡No me quiero bañar!
– …
– … ¿en qué pensás?
– … perfecto; no te bañes
– ¡¡¡¡¿¿¿¿ Por ????!!!
– ¡No quiero que te bañes!
– ¿¿¿¿… !!!! Pero… ¿seguro?
– ¡Natacha! ¡Te prohibo que te bañes!
– …
– …
– … ¡y qué! ¡si yo me quiero bañar, ¿y qué?!
– No te dejo.
– Y yo voy igual.
– Pero yo no te doy permiso, Natacha.
– (corre) ¡¡¡Mamiii!!! ¡¡¡Ya me estoy quitando la ropa!!!
– ¡Natacha! ¡No te bañás!
– (je je je) ¡Mamiii! ¡Abrí el aguaaaaaa!
– ¡Salí de ahí, Natacha!
– (je je je) ¡¡¡Ya me estoy bañaaandooooo!!!
Extraído de https://www.luispescetti.com/la-voz-de-adentro/
de Luis Pescetti del libro Natacha
– Mami ¿La voz que tenés adentro de la cabeza se parece a la voz que tenés afuera?la-voz-de-adentro
– … (ay) ¿Cómo?
– Sí, mirá, ¿viste la vocecita de adentro de la cabeza de cuando pensás?
– … sém.
– ¿Es igual o es distinta a la voz que tenés cuando hablás?
– Mm… creo que es igual, no sé, nunca lo había pensado… sí, me parece que es igual ¿Por?
– Porque la que yo tengo a veces se parece a la de Pati, a veces a la tuya y a veces a la mía…
– Es que…
– … pero no se parece tanto a la mía, porque yo grito y hablo rápido y la de adentro habla siempre así, suavecito, y no se apura nunca, siempre igual.
– Pero, Nati, no es que tu voz de adentro sea como la de Pati, es que a veces te acordás de la voz de Pati y es como si la oyeras adentro de tu cabeza.
– Pero es que la oigo diciendo cosas que nunca me dijo Pati.
– Entonces será que te imaginás cosas que Pati podría decir, con su voz, igualita y todo.
– … (mmm).
– …
– Yo una vez me imaginé algo que me decía Pati, pero me salía con la voz de la abuela.
– ¿De veras? Y yo una vez soñé con una zapatilla que me hablaba con la voz de la tía.
– ¡Buenísimo, mami! y yo una vez escuché la voz del tío pero no tenía nadie adentro, era nada más la voz…
– ¡Qué bárbaro, Nati! Y yo una vez escuché una voz que no hablaba ni hacia ningún ruido.
– ¡¿Y cómo sabías que era una voz si no hacía ruido, mami?!
– Porque la miré a los ojos.
– ¿Era una voz o una persona?
– Una voz.
– ¡Las voces no tienen ojos!
– Bueno, yo no le vi los ojos, pero más o menos calculé por dónde tenía la panza.
– ¡¿Le viste la panza?!
– No, la panza, panza, no, escuché el ruido que hacía la panza.
– ¿La panza también hacía un ruido mami?
– Dos ruidos hacía, Nati
– ¿¿¿¿Cómo dos ruidos?????
– Y sí, dos ruidos Nati, pero no se oían.
– ¿Y cómo los oíste si no se podían oír? … ¡Mami, me estás mintiendo!
– Nataaaachaaa ¿Cómo pensás que te voy a mentir? Te estoy contando una cosa.
– ¿¡Y qué te decía la voz, mami!?
– Me hablaba así, Nati, muy bajito, muy muy muy bajito…
– ¿Y qué te decía?
– (susurrando) No hables fuerte, Nati, porque no quiero que la voz me oiga.
– (susurrando) ¿Y qué te decía, mami?
– (susurrando) Natacha se tiene que ir a bañar…
– ¡Mami! ¡Ufa! ¡Era una broma!
– ¡No, Nati! ¡Te lo juro! (susurrando) me decía así, Natacha se tiene que bañar porque está muy sucia…
– ¡No, mami! ¡En serio! ¡Mirá que si mentís te va a crecer la nariz!
– (susurrando) Y mi voz me decía, ¡Uy! ojalá no nos crezca la nariz porque Natacha todavía no se bañó y huele horrible.
– ¡No me quiero bañar!
– …
– … ¿en qué pensás?
– … perfecto; no te bañes
– ¡¡¡¡¿¿¿¿ Por ????!!!
– ¡No quiero que te bañes!
– ¿¿¿¿… !!!! Pero… ¿seguro?
– ¡Natacha! ¡Te prohibo que te bañes!
– …
– …
– … ¡y qué! ¡si yo me quiero bañar, ¿y qué?!
– No te dejo.
– Y yo voy igual.
– Pero yo no te doy permiso, Natacha.
– (corre) ¡¡¡Mamiii!!! ¡¡¡Ya me estoy quitando la ropa!!!
– ¡Natacha! ¡No te bañás!
– (je je je) ¡Mamiii! ¡Abrí el aguaaaaaa!
– ¡Salí de ahí, Natacha!
– (je je je) ¡¡¡Ya me estoy bañaaandooooo!!!
Extraído de https://www.luispescetti.com/la-voz-de-adentro/
Horizonte
de Silvia Schujer
Alas de mar
pico de pluma y pluma
patas de arena
cuello de espuma.
Cresta de cielo y cielo
ojos de sol
pecho de caracoles
cola de caracol.
Cielo de sal y arena
aguas de pico y pluma
vuelo de caracoles
tiempo de espuma.
Extraído de https://bibliopoesias.blogspot.com/2016/04/a-la-rumba-luna-silvia-schujer.html
de Silvia Schujer
Alas de mar
pico de pluma y pluma
patas de arena
cuello de espuma.
Cresta de cielo y cielo
ojos de sol
pecho de caracoles
cola de caracol.
Cielo de sal y arena
aguas de pico y pluma
vuelo de caracoles
tiempo de espuma.
Extraído de https://bibliopoesias.blogspot.com/2016/04/a-la-rumba-luna-silvia-schujer.html
Quinto lee....
El caso de las libretas de notas
La profesora, al encontrar nuevamente las libretas en su escritorio, no dijo una sola palabra, pero trató de borrar una manchita sobre la primera libreta. Luego recorrió los bancos, mirando detenidamente a sus alumnos. ¿Qué vio? Algo que tú sabes: el dedo de Connie, herido al apoyarse en la palmera. ¡Era evidente que la mancha sobre la primera libreta provenía del dedo que las había sostenido! En este caso, del pulgar de Connie, recién salida de la enfermería.
El caso del atraco al banco muchosmiles
El dibujo muestra al personal del banco en la misma actitud en que fueron dejados por los asaltantes. También se ve la camioneta frente a la puerta principal del edificio. Rodríguez dijo haber visto las primeras letras de la patente cuando el camión partía. Sin embargo como bien lo dibujó el inspector Soto la visión del cajero era obstaculizada por una columna. Evidentemente, el cajero había mentido para entorpecer las investigaciones de la policía. Rodríguez resultó ser cómplice de los ladrones.
¿Qué dijo?
de Luis Pescetti del libro Natacha
(esta historia debe leerse en voz baja)
—¿Qué dijo, mamá?
—Que por qué no se escondían atrás de un árbol hasta que vieran pasar a los cazadores.
—¿Por qué, mamá?
—Así estaban seguros de que no venían más cazadores.
—¿Por qué?
—Porque ya habían pasado todos Natacha, mirá la película callada.
—… (silencio)
—… (silencio)
—Mami…
—Socorro. ¿Qué pasa ahora?
—¿Y cómo sabían que eran todos los cazadores?
—¿Cuáles Natacha?
—Esos que vos dijiste que se escondían.
—No Natacha, los que se escondían eran el señor Pedro y el zorro.
—¿Por qué?
—¡¿Me querés volver loca?! Para que no los vean los cazadores Natacha.
—Sí ya sé, pero ¿cómo sabían que habían pasado todos?
—No sé Natacha, los habían contado antes, mirá callada.
—¿Mientras escapaban los habían contado?
—Natacha ¿¡No podés ver la película callada!? Nos van a echar del cine…
—…(silencio pensando)
—…(silencio viendo la película)
—Mamá, si contaron los cazadores cuando estaban escapando, capaz que del susto contaron cualquier cosa.
—…(silencio tratando de seguir viendo la película)
—…(silencio pensando)
—…(la mamá da una risita)
—¿De qué te reíste mami?
—De la cara del zorro Natacha, mirá callada querés…
—¿Qué tenía la cara del zorro mami?
—No sé Natacha, era medio así.
—¿Cómo así?
—¡Así Natacha, te la estoy haciendo!
—¡Pero no veo mamá, está todo oscuro!
—¡Bueno, entonces mirá la pantalla, porque ahí está clarito!
—…(silencio que se empieza a aburrir)
—…(silencio que ya se perdió un pedazo y no entiende qué está pasando)
—¡Uy, ahí vienen los cazadores mamá! ¡¿Les van a hacer algo?!
—Los están buscando para matarlos, pero se van a salvar Natacha, no empieces.
—¡No quiero ver mamá!
—¡Natacha no seas escandalosa por favor, quedate quieta, callada, mirá la película tranquila!
—¡Yo me tapo!
—¡Tapate, pero después no me preguntes qué pasó!
—…(silencio tapándose la cara)
—…(silencio contando: uno, dos, tres, cuatro, cinc…)
—¿Qué pasó mamá?
(se agarra la cara con las manos) —Ya sabía, juro que ya sabía.
—Mamáááááá. ¿Qué pasó?
—Natacha nunca más voy con vos al cine.
—¿Qué pasó? decime mamááááá…
—Pasaron los cazadores y no los descubrieron y justo el zorro hizo un ruido y uno de los cazadores se dio vuelta pero tampoco vio nada.
—Esos cazadores son unos tarados.
—¡¡¡¿¿¿Qué???!!!
—Y sí mamá, son unos tarados, les pasaron al lado y ni los vieron.
—¿Y qué importa Natacha? Lo que importa es que Pedro y el zorro se salvaron. ¿No?
—Pedro y el zorro son tarados también.
—…(silencio pensando: socorro)
—…(silencio empezando a buscar algo debajo de la butaca)
—¡Natacha! ¿Qué hacés?
—…se me cayó el caramelo, mami
—¡No lo juntes del suelo Natacha! ¡Qué asco!
—…pero era el último mami ¡Ya lo encontré!
—¡Tirá eso Natacha, por Dios!
—Ufa…
—…(silencio que ya ni se acuerda qué película están viendo)
—…(silencio mirando la película)
—…(silencio que quiere que la película termine cuanto antes)
—Mami, quiero ir al baño.
—Sí, vamos ¡pero al de casa!
—¡No mami! ¡Vos me prometiste que veníamos al cine y ahora te querés ir antes! ¿¡Ves cómo sos!?
Extraído de https://www.luispescetti.com/%C2%BFque-dijo/
de Luis Pescetti del libro Natacha
(esta historia debe leerse en voz baja)
—¿Qué dijo, mamá?
—Que por qué no se escondían atrás de un árbol hasta que vieran pasar a los cazadores.
—¿Por qué, mamá?
—Así estaban seguros de que no venían más cazadores.
—¿Por qué?
—Porque ya habían pasado todos Natacha, mirá la película callada.
—… (silencio)
—… (silencio)
—Mami…
—Socorro. ¿Qué pasa ahora?
—¿Y cómo sabían que eran todos los cazadores?
—¿Cuáles Natacha?
—Esos que vos dijiste que se escondían.
—No Natacha, los que se escondían eran el señor Pedro y el zorro.
—¿Por qué?
—¡¿Me querés volver loca?! Para que no los vean los cazadores Natacha.
—Sí ya sé, pero ¿cómo sabían que habían pasado todos?
—No sé Natacha, los habían contado antes, mirá callada.
—¿Mientras escapaban los habían contado?
—Natacha ¿¡No podés ver la película callada!? Nos van a echar del cine…
—…(silencio pensando)
—…(silencio viendo la película)
—Mamá, si contaron los cazadores cuando estaban escapando, capaz que del susto contaron cualquier cosa.
—…(silencio tratando de seguir viendo la película)
—…(silencio pensando)
—…(la mamá da una risita)
—¿De qué te reíste mami?
—De la cara del zorro Natacha, mirá callada querés…
—¿Qué tenía la cara del zorro mami?
—No sé Natacha, era medio así.
—¿Cómo así?
—¡Así Natacha, te la estoy haciendo!
—¡Pero no veo mamá, está todo oscuro!
—¡Bueno, entonces mirá la pantalla, porque ahí está clarito!
—…(silencio que se empieza a aburrir)
—…(silencio que ya se perdió un pedazo y no entiende qué está pasando)
—¡Uy, ahí vienen los cazadores mamá! ¡¿Les van a hacer algo?!
—Los están buscando para matarlos, pero se van a salvar Natacha, no empieces.
—¡No quiero ver mamá!
—¡Natacha no seas escandalosa por favor, quedate quieta, callada, mirá la película tranquila!
—¡Yo me tapo!
—¡Tapate, pero después no me preguntes qué pasó!
—…(silencio tapándose la cara)
—…(silencio contando: uno, dos, tres, cuatro, cinc…)
—¿Qué pasó mamá?
(se agarra la cara con las manos) —Ya sabía, juro que ya sabía.
—Mamáááááá. ¿Qué pasó?
—Natacha nunca más voy con vos al cine.
—¿Qué pasó? decime mamááááá…
—Pasaron los cazadores y no los descubrieron y justo el zorro hizo un ruido y uno de los cazadores se dio vuelta pero tampoco vio nada.
—Esos cazadores son unos tarados.
—¡¡¡¿¿¿Qué???!!!
—Y sí mamá, son unos tarados, les pasaron al lado y ni los vieron.
—¿Y qué importa Natacha? Lo que importa es que Pedro y el zorro se salvaron. ¿No?
—Pedro y el zorro son tarados también.
—…(silencio pensando: socorro)
—…(silencio empezando a buscar algo debajo de la butaca)
—¡Natacha! ¿Qué hacés?
—…se me cayó el caramelo, mami
—¡No lo juntes del suelo Natacha! ¡Qué asco!
—…pero era el último mami ¡Ya lo encontré!
—¡Tirá eso Natacha, por Dios!
—Ufa…
—…(silencio que ya ni se acuerda qué película están viendo)
—…(silencio mirando la película)
—…(silencio que quiere que la película termine cuanto antes)
—Mami, quiero ir al baño.
—Sí, vamos ¡pero al de casa!
—¡No mami! ¡Vos me prometiste que veníamos al cine y ahora te querés ir antes! ¿¡Ves cómo sos!?
Extraído de https://www.luispescetti.com/%C2%BFque-dijo/
Calles Cuna
de Silvia Schujer
La pena es honda y redonda
como una uva
negra como dos ojos
dulce y oscura.
La pena es tímida y frágil
como de pluma
rondando sueño de trenes
y calles-cuna.
La pena es una caricia
de tu mirada
cansada de pedir algo y
recibir nada.
Extraído de https://bibliopoesias.blogspot.com/2016/04/a-la-rumba-luna-silvia-schujer.html
de Silvia Schujer
La pena es honda y redonda
como una uva
negra como dos ojos
dulce y oscura.
La pena es tímida y frágil
como de pluma
rondando sueño de trenes
y calles-cuna.
La pena es una caricia
de tu mirada
cansada de pedir algo y
recibir nada.
Extraído de https://bibliopoesias.blogspot.com/2016/04/a-la-rumba-luna-silvia-schujer.html
Soluciones
La dueña de la gata Filipina es aquella chica que lleva los leggins. Las otras dos tienen las medias rotas, tanto por detrás como por delante, fruto, probablemente, de las travesuras de la gata y por la falta de experiencia tratando a los felinos de las amigas, mientras que la dueña ya sabe de lo que es capaz su gata evitándolo con una prenda más resistente.
La dueña de la gata Filipina es aquella chica que lleva los leggins. Las otras dos tienen las medias rotas, tanto por detrás como por delante, fruto, probablemente, de las travesuras de la gata y por la falta de experiencia tratando a los felinos de las amigas, mientras que la dueña ya sabe de lo que es capaz su gata evitándolo con una prenda más resistente.
El robo
de Luis Pescetti del libro Natacha
– Mamá ¿dónde está el Rafles?el-robo
– No sé, Natacha, buscálo.
– ¡No, mamá! ¡Se perdió, ayudáme por favor!
– Natacha, estoy terminando un trabajo, buscálo vos.
– ¡Mamá!
– … (adiós concentración).
– ¡Mamá, por favor ayudáme se robaron al Rafles!
– Natacha ¿me querés decir quién se va a querer robar a ese perro?
– ¡Un ladrón mamá! ¿¡quién va a ser!?
– Natacha, ni el más tonto de los ladrones querría robarse al Rafles.
– … (mira por la ventana) ¡Mamá!
– No-gri-tes-Na-ta-cha-por-fa-vor.
– ¡Vi que un coche daba la vuelta a la cuadra! ¡Son los que robaron al Rafles, mami!
– Nadie se llevó a Rafles. Dejáme terminar este trabajo por-fa-vor.
– (snif snif) … a vos te importa más terminar tu trabajo que salvar al Rafles.
– … (se agarra la cabeza).
– ¡¡¡Buuaaaaaaahhhhh!!!
– Bueno, vamos a buscarlo por la casa.
– ¡No, mamá! ¿¡Y si se lo robaron y estamos perdiendo tiempo!? ¡hay que llamar a la policía!
– Natacha, por favor… no hagas escándalo y ayudáme a buscarlo.
– Yo empiezo por la heladera. ¡No, mejor llamo a la policía!
– ¡Ni busques dentro de la heladera ni llames a la policía!
– … (marca en el teléfono)
– ¡Natacha! ¿¡Qué hace este hueso de pollo en el sillón de tu cuarto!?
– ¡Mamá, cuando los ladrones se llevaron al Rafles no le dieron tiempo de ordenar el cuarto!
– ¿Vos dejás que el perro coma en tu sillón?
– Si se porta mal no.
– ¡¿Cómo si se porta mal?! ¡Nunca tiene que comer en el sillón! Está hecho un asco.
– Mamá ¡No sé el número de la policía!
– Por suerte, ayudáme a buscar.
– … (marca) ¿Hola? ¿Pati? ¡¡¡Se robaron al Rafles dame el número de la policía es urgente!!!
– ¡Natacha dejá de alarmar y ayudáme a buscar!
– ¡Bueno, entonces preguntáselo a tu mamá! ¡Pero corré, Pati! ¡¡¡Daleee!!!
– Natacha, acá está el perro durmiendo debajo de tu cama. ¡ … ! ¡Con mi pantalón verde! ¡Lo mato!
– ¿Hola , señora?
– … (corre al teléfono) Dámelo, Natacha, hola ¿Carmen? ¿Qué tal? Sí, disculpá la alarma de desastre mundial… No, el perro está durmiendo debajo la cama ¡con un pantalón mío que adoraba! Sí… bueno, chau, después nos hablamos.
– Mami, ¿viste qué lindo que duerme el Rafles?
– … (silencio).
– Tenemos que comprarle una cunita ¿no, mami?
– … (silencio silencio silencio).
de Luis Pescetti del libro Natacha
– Mamá ¿dónde está el Rafles?el-robo
– No sé, Natacha, buscálo.
– ¡No, mamá! ¡Se perdió, ayudáme por favor!
– Natacha, estoy terminando un trabajo, buscálo vos.
– ¡Mamá!
– … (adiós concentración).
– ¡Mamá, por favor ayudáme se robaron al Rafles!
– Natacha ¿me querés decir quién se va a querer robar a ese perro?
– ¡Un ladrón mamá! ¿¡quién va a ser!?
– Natacha, ni el más tonto de los ladrones querría robarse al Rafles.
– … (mira por la ventana) ¡Mamá!
– No-gri-tes-Na-ta-cha-por-fa-vor.
– ¡Vi que un coche daba la vuelta a la cuadra! ¡Son los que robaron al Rafles, mami!
– Nadie se llevó a Rafles. Dejáme terminar este trabajo por-fa-vor.
– (snif snif) … a vos te importa más terminar tu trabajo que salvar al Rafles.
– … (se agarra la cabeza).
– ¡¡¡Buuaaaaaaahhhhh!!!
– Bueno, vamos a buscarlo por la casa.
– ¡No, mamá! ¿¡Y si se lo robaron y estamos perdiendo tiempo!? ¡hay que llamar a la policía!
– Natacha, por favor… no hagas escándalo y ayudáme a buscarlo.
– Yo empiezo por la heladera. ¡No, mejor llamo a la policía!
– ¡Ni busques dentro de la heladera ni llames a la policía!
– … (marca en el teléfono)
– ¡Natacha! ¿¡Qué hace este hueso de pollo en el sillón de tu cuarto!?
– ¡Mamá, cuando los ladrones se llevaron al Rafles no le dieron tiempo de ordenar el cuarto!
– ¿Vos dejás que el perro coma en tu sillón?
– Si se porta mal no.
– ¡¿Cómo si se porta mal?! ¡Nunca tiene que comer en el sillón! Está hecho un asco.
– Mamá ¡No sé el número de la policía!
– Por suerte, ayudáme a buscar.
– … (marca) ¿Hola? ¿Pati? ¡¡¡Se robaron al Rafles dame el número de la policía es urgente!!!
– ¡Natacha dejá de alarmar y ayudáme a buscar!
– ¡Bueno, entonces preguntáselo a tu mamá! ¡Pero corré, Pati! ¡¡¡Daleee!!!
– Natacha, acá está el perro durmiendo debajo de tu cama. ¡ … ! ¡Con mi pantalón verde! ¡Lo mato!
– ¿Hola , señora?
– … (corre al teléfono) Dámelo, Natacha, hola ¿Carmen? ¿Qué tal? Sí, disculpá la alarma de desastre mundial… No, el perro está durmiendo debajo la cama ¡con un pantalón mío que adoraba! Sí… bueno, chau, después nos hablamos.
– Mami, ¿viste qué lindo que duerme el Rafles?
– … (silencio).
– Tenemos que comprarle una cunita ¿no, mami?
– … (silencio silencio silencio).
Soluciones
1. Alicia es la chica con el pelo corto. ¿Por qué? Presta atención al número de la casa en la imagen: 19. Si uno va desde el primer edificio en la calle, las casas con números impares estarán en el lado izquierdo. La chica con el pelo corto se dirige hacia las casas con números más elevados. 23 es más que 19, lo que significa que esta es Alicia.
2. Alicia va al grupo de teatro. ¿Y si no a dónde iría con un violín, una espada y un cetro al mismo tiempo?
1. Alicia es la chica con el pelo corto. ¿Por qué? Presta atención al número de la casa en la imagen: 19. Si uno va desde el primer edificio en la calle, las casas con números impares estarán en el lado izquierdo. La chica con el pelo corto se dirige hacia las casas con números más elevados. 23 es más que 19, lo que significa que esta es Alicia.
2. Alicia va al grupo de teatro. ¿Y si no a dónde iría con un violín, una espada y un cetro al mismo tiempo?
Un encuentro en la calle
Dos amigas se han encontrado, por casualidad, en la calle.
— “Hola, Alicia. ¿A dónde vas?”
— “Voy al número 23”, dijo Alicia. “¿Dónde vas tú, Paola?”
— “He quedado con mi amiga Silvia, vive en el número 7”, respondió Paola.
Ahora responde:
1. ¿Cuál de ellas es Paola y quién es Alicia?
2. ¿A dónde va la chica con el pelo corto?
Dos amigas se han encontrado, por casualidad, en la calle.
— “Hola, Alicia. ¿A dónde vas?”
— “Voy al número 23”, dijo Alicia. “¿Dónde vas tú, Paola?”
— “He quedado con mi amiga Silvia, vive en el número 7”, respondió Paola.
Ahora responde:
1. ¿Cuál de ellas es Paola y quién es Alicia?
2. ¿A dónde va la chica con el pelo corto?
¿Basta?
de Luis Pescetti del libro Natacha
– Mirá, Pati ¿por qué no hacemos la torta que hoy nos enseñaron en la escuela?
– ¿Tu mamá te deja?
– ¡Claro, nena! Así cuando vuelve del dentista le damos algo para comer, yo primero enciendo el horno.
– No, mejor no.
– Bueno no, no la hagamos en el horno, enciendo acá arriba.
– ¡Nati, el fuego es peligroso!
– ¿¡Y qué querés que la cocinemos en la heladera, nena?! ¡Algo hay que prender!
– Pero cuando ya esté todo listo ¿no?
– Bueno, vos eras mi hija y yo te enseñaba ¿dale?
– Sí.
– Sí ¿qué?
– Sí ¿qué? ¿qué?
– Sí, mamá ¡Pati, yo era tu mamá! Bueno… mirá hija, primero hay que agarrar una fuente así.
– Sí, mamá.
– … como ésta, no, mejor más grande… ¡ésta!
– Ahí hay una más grande.
– Bueno, ésa, y agarramos el paquete de harina y lo abrimos así y lo metemos en la fuente ¿ves hija?
– Sí, mamá.
– … para hacerlo bien habría que poner todo el paquete… o mejor dos, pero nosotros vamos a meter éste nomás.
– Sí, mamá.
– Hija, ponéle agua, por favor.
– Sí, mamá (pone agua con una taza).
– Y entonces hace falta… ¡manteca! que está en la heladera.
– Tomá, mamá (la trae).
– Gracias, hija… y ahora hay que aplastar el paquete bien, para que se mez¡sclúchpt!
– ¡¡¡NATACHA, TARADA ME SALPICASTE TODA!!!
– ¡Y BUENO, CORRÉTE, NENA! ¡No fue queriendo! Sigamos jugando, ponéte este delantal hija.
– Sí, mamá.
– (aplasta con dificultad) ¡Uy, Pati! Esta manteca está más dura…
– Esperá… ya sé, mirá, acá están los fósforos.
– ¡Buenísimo!
– Dame, así encendemos las dos y se va ablandando más rápido.
– Tomá … ¡uy! el agua lo apaga.
– No lo acerques tanto (enciende tres juntos).
– Si no lo acerco no se derrite, tiremos el agua un rato, después le ponemos más.
– ¿Y si mejor le ponemos del agua caliente?
– … hagamos todo.
– … (hija tira agua y harina en la pileta y llena la fuente de agua caliente).
– … (madre sigue ablandando la manteca con fósforos).
– …
– … ¡se está empezando a ablandar!
– ¡Tirálo acá adentropAráNoMESALPIQUESCUIDADONATACHA! Casi me mojás de nuevo.
– Mirá, medio se está ablandando… ¡Agh! ¡qué asco! Tirále más harina encima.
– ¿Para?
– Así no se ve.
– ¿Ya?
– No, más.
– ¿Basta?
– ¡Más, nena! ¿no ves que todavía medio sale ahí? Bueno, sigamos jugando… Mirá hija, ahora hay que revolver bien.
– Sí, mamá.
– ¡Uf! ¡está pesadísimo! ayudáme, Pati.
– ¿Con esta cuchara? (ayuda).
– Creo que ya está… y ahora, hija, se le pone cacao encima para que parezca de chocolate ¿ves?
– Sí, mamá… ponéle mucho, Nati.
– Sí… hay que ponerle todo el paquete creo.
– ¿Y ahora?
– Ya está… se ve bien así tapada ¿no?
– Sí, parece de verdad.
– Es de verdad.
– Pero no está cocinada, Nati.
– Y bueno porque vos no querés que prendamos el horno, pero igual así se cocina, porque el horno es para que se haga más rápido nomás.
– Aaah…
– ¿Entendés hija?
– Sí, mamá … che, Nati ¿la torta es de jugando?
– No, jugamos de mentira, pero la torta es de verdad ¿por?
– Así le damos a tu mamá cuando venga del dentista ¿no?
– ¡¿Vamos a prepararle un café con leche también?!
– ¡Dale! ¡Yo sé hacer uno que me trajeron en un bar una vez que fuimos a Montevideo! ¿querés que le preparemos ese?
– ¡Sí, sí, sí!
Extraído de https://www.luispescetti.com/basta/
de Luis Pescetti del libro Natacha
– Mirá, Pati ¿por qué no hacemos la torta que hoy nos enseñaron en la escuela?
– ¿Tu mamá te deja?
– ¡Claro, nena! Así cuando vuelve del dentista le damos algo para comer, yo primero enciendo el horno.
– No, mejor no.
– Bueno no, no la hagamos en el horno, enciendo acá arriba.
– ¡Nati, el fuego es peligroso!
– ¿¡Y qué querés que la cocinemos en la heladera, nena?! ¡Algo hay que prender!
– Pero cuando ya esté todo listo ¿no?
– Bueno, vos eras mi hija y yo te enseñaba ¿dale?
– Sí.
– Sí ¿qué?
– Sí ¿qué? ¿qué?
– Sí, mamá ¡Pati, yo era tu mamá! Bueno… mirá hija, primero hay que agarrar una fuente así.
– Sí, mamá.
– … como ésta, no, mejor más grande… ¡ésta!
– Ahí hay una más grande.
– Bueno, ésa, y agarramos el paquete de harina y lo abrimos así y lo metemos en la fuente ¿ves hija?
– Sí, mamá.
– … para hacerlo bien habría que poner todo el paquete… o mejor dos, pero nosotros vamos a meter éste nomás.
– Sí, mamá.
– Hija, ponéle agua, por favor.
– Sí, mamá (pone agua con una taza).
– Y entonces hace falta… ¡manteca! que está en la heladera.
– Tomá, mamá (la trae).
– Gracias, hija… y ahora hay que aplastar el paquete bien, para que se mez¡sclúchpt!
– ¡¡¡NATACHA, TARADA ME SALPICASTE TODA!!!
– ¡Y BUENO, CORRÉTE, NENA! ¡No fue queriendo! Sigamos jugando, ponéte este delantal hija.
– Sí, mamá.
– (aplasta con dificultad) ¡Uy, Pati! Esta manteca está más dura…
– Esperá… ya sé, mirá, acá están los fósforos.
– ¡Buenísimo!
– Dame, así encendemos las dos y se va ablandando más rápido.
– Tomá … ¡uy! el agua lo apaga.
– No lo acerques tanto (enciende tres juntos).
– Si no lo acerco no se derrite, tiremos el agua un rato, después le ponemos más.
– ¿Y si mejor le ponemos del agua caliente?
– … hagamos todo.
– … (hija tira agua y harina en la pileta y llena la fuente de agua caliente).
– … (madre sigue ablandando la manteca con fósforos).
– …
– … ¡se está empezando a ablandar!
– ¡Tirálo acá adentropAráNoMESALPIQUESCUIDADONATACHA! Casi me mojás de nuevo.
– Mirá, medio se está ablandando… ¡Agh! ¡qué asco! Tirále más harina encima.
– ¿Para?
– Así no se ve.
– ¿Ya?
– No, más.
– ¿Basta?
– ¡Más, nena! ¿no ves que todavía medio sale ahí? Bueno, sigamos jugando… Mirá hija, ahora hay que revolver bien.
– Sí, mamá.
– ¡Uf! ¡está pesadísimo! ayudáme, Pati.
– ¿Con esta cuchara? (ayuda).
– Creo que ya está… y ahora, hija, se le pone cacao encima para que parezca de chocolate ¿ves?
– Sí, mamá… ponéle mucho, Nati.
– Sí… hay que ponerle todo el paquete creo.
– ¿Y ahora?
– Ya está… se ve bien así tapada ¿no?
– Sí, parece de verdad.
– Es de verdad.
– Pero no está cocinada, Nati.
– Y bueno porque vos no querés que prendamos el horno, pero igual así se cocina, porque el horno es para que se haga más rápido nomás.
– Aaah…
– ¿Entendés hija?
– Sí, mamá … che, Nati ¿la torta es de jugando?
– No, jugamos de mentira, pero la torta es de verdad ¿por?
– Así le damos a tu mamá cuando venga del dentista ¿no?
– ¡¿Vamos a prepararle un café con leche también?!
– ¡Dale! ¡Yo sé hacer uno que me trajeron en un bar una vez que fuimos a Montevideo! ¿querés que le preparemos ese?
– ¡Sí, sí, sí!
Extraído de https://www.luispescetti.com/basta/
Suscribirse a:
Entradas (Atom)